Quizá la respuesta sea que sí, que gracias a eso yo mismo estoy hablando del asunto, pero no lo acepto: que hablen de uno aunque sea mal es una memez, porque lo que consiguió en su día el PSOE con aquel de los doberman y Álvarez Cascos o, más recientemente, CiU con su “Confidencial Cat” y el PP con su vídeo sobre inseguridad es que se hablara más de las imágenes que de lo que ellos mismos proponían como alternativa.
Pero la tontería debe ser contagiosa, algo que se comprueba cuando se ve cómo a una propuesta extravagante como es el vídeo se responde con una información hueca, facilona e igualmente efectista. La Cadena Ser trató de deslegitimar el vídeo analizando sus imágenes y concluyendo, tras un exhaustivo examen, que algunas de ellas correspondían a hechos acaecidos durante el Gobierno del PP. ¿Y qué? ¿Qué más da? Como si ponen imágenes de la Década Ominosa. ¿Qué importa, si lo que es impresentable es la fórmula del vídeo como arma política? Respondiendo así lo legitiman, le dan una importancia que no merece y un peso del que carece por completo. Sobre todo cuando la locutora cuenta su información con ese tono de “soy una súper investigadora” y “saqué un diez en periodismo intrépido”. Es como cuando Abellán puso tanto empeño en dinamitar el EGM y luego se hizo la víctima cuando le pillaron. ¿Por qué los medios y los periodistas no dedican tanto tiempo, entusiasmo e interés a causas que realmente sean importantes para todos y pasan de rollos partidistas o empresariales?