Hace poco el jefe de prensa de una consejería autonómica me contó una anécdota tan real como la vida misma: una periodista le pidió en un acto que hiciera una nota de prensa “larguita” para que ella tuviera que trabajar poco. No, no lo decía en broma. Era exactamente lo que quería: todos los datos bien ordenaditos y ya redactados porque no pensaba preguntar a los responsables, ni cuestionarse nada, ni plantearse un enfoque diferente del asunto, ni nada que se saliera del discurso oficial porque, claro, eso supone trabajo, y si te lo dan ya hecho…
Una simple búsqueda en Google News ya da suficientes pistas de este tipo de prácticas, cuando se ve cómo se repite hasta la náusea una misma noticia con un titular y una redacción idénticas.
La proliferación de medios en Internet es una buena noticia para el periodismo y para la democracia, pero si es a costa de machacar informaciones planas, sin contexto, sin vida, sin originalidad y sin alma, la credibilidad del medio caerá por los suelos.
Claro que lo que no me contó mi amigo es hasta qué punto le facilita su trabajo esta falta de espíritu crítico, de interés periodístico y de orgullo profesional. Desde su óptica seguro que es una ganga: te preparo la cantidad de material informativo que precises en el formato que desees y a cambio me aseguro que nadie sacará los pies del tiesto institucional.
Tal práctica, que en definitiva no es sino jugar con las armas de que dispone la fuente (es problema del periodista y del medio dejarse vender las motos sin rechistar) se convierte en un vicio cuando se lleva al extremo de impedir a los informadores cualquier movimiento. Esto es lo que ha denunciado recientemente la Unió de Periodistes Valencians en una nota de prensa en la que, como señala PR Noticias, protestan por la extensión de la fórmula de comparecencias sin posibilidad de preguntar nada, lo que convierte a los informadores en grabadoras humanas de datos que luego vuelcan en sus medios.
En este círculo nada virtuoso las fuentes tratan de influir en periodistas que, a su vez, se dejan llevar por el torrente informativo que les viene dado, lo que les convierte en una masa fácilmente manejable. Y ya se sabe que un periodista cómodo es un regalo para cualquier político.
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